Por: CESAR LEVANO
DIRECTOR DEL DIARIO LA PRIMERA
Fracasados todos los intentos de echar abajo la impecable sentencia que condenó a 25 años de cárcel, por crímenes atroces, de lesa humanidad, y corrupción, al jefe de la dictadura de los 90, sus familiares y seguidores se lanzan con denuedo en pos de conseguir su impunidad por otras vías, con una campaña mediática y política que pretende victimizarlo, presentándolo como gravemente enfermo.
El rechazo reiterado a las apelaciones de su fracasado abogado ha hecho que quede atrás el desprecio altanero al indulto, a tal punto que la hija mayor y heredera política del condenado ha dicho que tal vez haya llegado el momento de pedir el indulto.
Para ello alega que los malestares y achaques que sufre el preso cómodamente alojado en la Dinoes, propios de toda persona de su edad, lo califican para un indulto humanitario.
Hay que anotar que el indulto significa perdón y pedirlo implica que hay culpas que perdonar, y, por tanto, supone reconocer la legalidad de la sentencia que el Fujimorismo ha tratado en vano de desacreditar y anular, sin conseguirlo, por tratarse de la culminación de un juicio ejemplar, mundialmente elogiado.
A partir de esa derrota moral, la de reconocer la legalidad de la sentencia, se han lanzado en pos del indulto. Para ello utilizan y manipulan los informes médicos complacientes que le dan tono de solemnidad a los males del dictador y dramatizan su situación viéndolo en el Inen, cualquiera sea el mal que lo aqueje y pese a que ya está curado de la lesión cancerígena que obligó a operarlo y determina chequeos periódicos allí.
Pareciera que la idea es dramatizar la situación del recluso para facilitar el perdón.
Tratan de hacerlo pasar por enfermo terminal y que sufre de depresión, no siendo cierto lo primero y siendo obvio que quien está preso se deprima, como la casi totalidad de los reclusos del país, que buscan otras soluciones a su abatimiento, por ser ilógico que la depresión sea el camino a la calle para quien ha cometido crímenes.
Los juristas que saben que para los condenados por crímenes de lesa humanidad no hay indulto, por impedirlo los compromisos jurídicos internacionales asumidos por el gobierno peruano, señalan que el exdictador condenado solo podría variar su situación, en caso de una enfermedad terminal, para cumplir su condena en su domicilio. No hay otra salida legal.
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