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viernes, 28 de mayo de 2010

LA CORRUPCION NOS DEVORA (1)



LA CORRUPCIÓN NOS DEVORA (PARTE 1)
César Hildebrandt
Semanario "Hildebrandt en sus trece", 21 de mayo de 2010

Una sensación de hartazgo recorre muchos sectores.

Es la náusea que produce el hedor de la política entendida como negociado o franquicia. No es la náusea sartreana por la condena de la existencia. Es náusea humildemente estomacal.

Todos desconfiamos de esa Contraloría que ahora gasta millones en publicitarse, y la Contraloría, a cargo de una medianía buscada con lupa para que no moleste con una pizca de carácter, hace todo lo posible para que esa desconfianza se acentúe.

Todos desconfiamos del Poder Judicial y el Poder Judicial, a cuya cabeza están antiguos simpatizantes de la corrupción fujimorista, trabaja denodadamente para que nuestra desconfianza halle más razones todavía.

Todos desconfiamos del Congreso y el Congreso, en manos de alfabetos resignados y analfabetos estridentes, convive con la corrupción, autoriza la impunidad, engaveta las investigaciones y ejerce muchas veces la ley del silencio que, en el Chicago de los 30 y en la Sicilia de los 70, se tenía como sagrada.

¿Y qué decir de los partidos políticos? El PPC se parece al socialcristianismo como la pedofilia a un jardín de infantes. El Apra, que es partido serio e histórico, se debate en una crisis que ya es de identidad y compromete su futuro. El nacionalismo es un estado de ánimo, una ira que llega de provincias pero que nadie sabe si cuajará en un programa integrador y verdaderamente nacional. Lo demás es como Barba: la depravación del vocablo pragmatismo.

¿Y el Jurado Nacional de Elecciones o la ONPE, que deberían servir de filtros? Son, con su patética debilidad, la expresión del cáncer institucional que nos agobia (sólo en las últimas horas el JNE ha recordado que los partidos deben hacer "internas" para elegir candidatos).

¿Y el presidente de la República? Bueno, él es -otra vez- el jefe de una organización poderosa decidida, por ejemplo, a asaltar Collique, a tomar Chilca como si fuera Normandía, o a permitir que Fujimori reanime su banda propia desde la prisión donde despacha.

¿Y la policía? ¿Nos salvará la policía? Bueno, la policía está en manos de un señor que se viste de paisano para irse a hostales a hacer de macho alfa (y que por eso es defendido por el doctor García, machazo alfa él mismo). Y el ministro del Interior tiene el hándicap de una leve minusvalía residenciada en el cerebro.

Tenemos una crisis de viabilidad. No somos un país sino un milhojas, un suspiro limeño amargado por la corrupción.

Ya los vemos: un alcalde que no explica el porqué del robo de Comunicore, denunciado por el diario Perú21, está primero en las encuestas. La hija del corruptor, la que estudió en Boston con dinero robado por su padre, está segunda. Y el señor Kouri, que tendría que estar entre rejas por lo de Convial y ser un apestado social por lo del SIN, podría ganar la alcaldía de Lima.

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