Editorial
El fujimorismo congelado y aislado
La decisión responsable tomada por medio centenar de intelectuales y artistas, que han decidido libremente sumarse a las filas de Gana Perú para ayudar a diseñar el perfil de centroizquierda que requiere para derrotar a los dirigentes de la vieja dictadura violadora de los DDHH y corrupta, ahora agrupados en torno a la hija del reo Alberto Fujimori, parece haber trastornado a sus voceros y a los medios que los apoyan.
No hay otra explicación para la satanización que este grupo de peruanos –entre los cuales hay economistas, juristas, historiadores y artistas de primer plano– recibe. De pronto se les cubre de improperios y se les trata de oportunistas y maquilladores, llegando a la aberración de proclamar que un plan de gobierno es un texto tan sagrado como la Biblia y no puede ser modificado, cuando es todo lo contrario: un instrumento dinámico sujeto a cambios, así como la política es variable en función de los consensos y los pactos.
Lo que sucede es que, al ampliar GP su penetración hacia el centro, estos críticos se quedan sin su principal argumentación y sin el espantajo que habían pensado arrastrar por lo restante de la campaña. Ya encontrarán otras falsedades, pero por ahora ese programa está en discusión, y más vale modificarlo ya en todo lo que sea necesario, que hacerlo desde el gobierno como Alberto Fujimori, que hizo desde el poder todo aquello que había afirmado durante la campaña que no haría.
Para acabar de descolocarlos, Mario Vargas Llosa –el intelectual con mayor peso ético con que cuenta el país– ha dado por terminado su periodo de reflexión y declarado en Buenos Aires que votará por Ollanta Humala y “pedirá a los peruanos democráticos que hagan lo mismo que yo”. El Nobel agrega que “espera que lo que diga el candidato sea verdad: que no seguirá el modelo Chávez sino el de Lula, no estatizará las empresas, no tocará los medios y renunciará a las medidas que provocan recelo”.
¿Cuál ha sido la respuesta de los fujimoristas? Que MVLL “necesita un psiquiatra”, es decir, desvalorizan a nuestra mente más lúcida. Nada quieren saber de quien califica de “mal mayor” el retorno al poder de la dictadura de Alberto Fujimori encarnada en la figura de la hija del autócrata. “Hemos cometido demasiados errores –agregó el Nobel– y espero que estos errores sirvan para reflexionar y no volver a cometerlos”.
Es la reacción que compartimos muchos peruanos al ver a Keiko Fujimori, diez años después, rodeada por los mismos rostros que acompañaron a su padre y que destruyeron el orden democrático, callando y apoyando la comisión de crímenes monstruosos y el saqueo de los fondos públicos, y que ahora aspiran a retornar. Y ya tenemos a Martha Chávez –el peor “chavismo” que conocemos– amenazando jueces y profiriendo gritos de venganza.
El fujimorismo congelado y aislado
La decisión responsable tomada por medio centenar de intelectuales y artistas, que han decidido libremente sumarse a las filas de Gana Perú para ayudar a diseñar el perfil de centroizquierda que requiere para derrotar a los dirigentes de la vieja dictadura violadora de los DDHH y corrupta, ahora agrupados en torno a la hija del reo Alberto Fujimori, parece haber trastornado a sus voceros y a los medios que los apoyan.
No hay otra explicación para la satanización que este grupo de peruanos –entre los cuales hay economistas, juristas, historiadores y artistas de primer plano– recibe. De pronto se les cubre de improperios y se les trata de oportunistas y maquilladores, llegando a la aberración de proclamar que un plan de gobierno es un texto tan sagrado como la Biblia y no puede ser modificado, cuando es todo lo contrario: un instrumento dinámico sujeto a cambios, así como la política es variable en función de los consensos y los pactos.
Lo que sucede es que, al ampliar GP su penetración hacia el centro, estos críticos se quedan sin su principal argumentación y sin el espantajo que habían pensado arrastrar por lo restante de la campaña. Ya encontrarán otras falsedades, pero por ahora ese programa está en discusión, y más vale modificarlo ya en todo lo que sea necesario, que hacerlo desde el gobierno como Alberto Fujimori, que hizo desde el poder todo aquello que había afirmado durante la campaña que no haría.
Para acabar de descolocarlos, Mario Vargas Llosa –el intelectual con mayor peso ético con que cuenta el país– ha dado por terminado su periodo de reflexión y declarado en Buenos Aires que votará por Ollanta Humala y “pedirá a los peruanos democráticos que hagan lo mismo que yo”. El Nobel agrega que “espera que lo que diga el candidato sea verdad: que no seguirá el modelo Chávez sino el de Lula, no estatizará las empresas, no tocará los medios y renunciará a las medidas que provocan recelo”.
¿Cuál ha sido la respuesta de los fujimoristas? Que MVLL “necesita un psiquiatra”, es decir, desvalorizan a nuestra mente más lúcida. Nada quieren saber de quien califica de “mal mayor” el retorno al poder de la dictadura de Alberto Fujimori encarnada en la figura de la hija del autócrata. “Hemos cometido demasiados errores –agregó el Nobel– y espero que estos errores sirvan para reflexionar y no volver a cometerlos”.
Es la reacción que compartimos muchos peruanos al ver a Keiko Fujimori, diez años después, rodeada por los mismos rostros que acompañaron a su padre y que destruyeron el orden democrático, callando y apoyando la comisión de crímenes monstruosos y el saqueo de los fondos públicos, y que ahora aspiran a retornar. Y ya tenemos a Martha Chávez –el peor “chavismo” que conocemos– amenazando jueces y profiriendo gritos de venganza.
Por eso el fujimorismo no pasará, y retornará al basurero de la historia.
FUENTE: DIARIO LA REPUBLICA
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