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domingo, 1 de mayo de 2011

DIA DE LOS TRABAJADORES



Editorial

Hoy, primero de mayo, los trabajadores tienen su día. Escribir “festejan” resulta una exageración ante las difíciles condiciones que determina el aún no desmontado libreto neoliberal impuesto hace más de un decenio y que sigue vigente, al punto que en cinco años ni siquiera pudo lograrse una Ley General de Trabajo (somos el único país del continente sin ella), algo que quedará como baldón de este Congreso, que la postergó “para estudio” enterrándola.

El fujimorismo, de la mano del FMI y BM, hizo de la estabilidad laboral la causa de todos los males, y sucesivas “flexibilizaciones” la fueron perforando, casi hasta la inexistencia. Se dijo al país que de ese modo habría más empleo y fue una gran mentira. Lo que siguió fue la precarización, con la “ley del joven barato”, la multiplicación de los services y otras formas de explotación descarada de la fuerza laboral. Ahora, la heredera dinástica de la dictadura ofrece acabar con los services, y lo hace acompañada de quienes los inventaron. ¿Se le puede creer?

Con el perverso modelo económico practicado por la autocracia, el número de personas adecuadamente empleadas se redujo, y el toledismo y luego el aprismo hicieron muy poco para desmontarlo. En 10 años de crecimiento continuo de la economía se siguió con la misma despiadada falta de equidad en la política salarial, con sucesivos pretextos para el inmovilismo. La masa salarial de los trabajadores sigue en retroceso en el PBI.

Gran paradoja: mientras se rinde culto a la libertad de mercado y se afirma que es el único que fija los precios, los trabajadores no ven ni la sombra de esa libertad. Solo trabas a su inmensa capacidad para organizarse y negociar colectivamente su pliego de reclamos. Crear un sindicato sigue siendo sinónimo de despido en el país.

Con la recesión de los 90, los programas de estabilización y ajuste fueron diseñados para que la masa asalariada cargara con el peso de la crisis. La recesión acabó, llegó el crecimiento y persiste la misma inequidad. Los salarios siguen estancados y se presenta a quienes tienen un empleo estable como “privilegiados” por contar con derechos que tienen decenios de vigencia.

En estas duras circunstancias, es difícil ser trabajador y conservar la esperanza. Sin embargo, en las mentes y manos de aquellos que trabajan sigue estando nuestra esperanza: la de un país mejor, con menos abismos económicos, justicia social y oportunidades para todos. Basados en esta terca apuesta, reciban este primero de mayo los trabajadores del campo y la ciudad, manuales e intelectuales, formales e informales, subempleados o desempleados, en activo o jubilados, nuestro saludo fraterno y deseos de unión, progreso y prosperidad.

FUENTE: DIARIO LA REPUBLICA

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