NO SEÑORA KEIKO FUJIMORI
Mutilar a una mujer es tal vez el más cobarde y abyecto de los crímenes, cercenarle la posibilidad de tener hijos, con engaño o por la fuerza, es un atentado contra la ley de gentes, peor aún cuando el criminal se ensaña, racista, con las indígenas, pretendiendo disfrazar su sucio proceder de política de paternidad responsable o planificación familiar, mientras paga incentivos o amenaza con represalias al personal de salud para que esterilice a las mujeres del pueblo, como forma diabólica de luchar contra la pobreza, haciendo que nazcan menos pobres a reclamar el pan al que tienen derecho.
Que una mujer que pretende gobernar su país soslaye esa afrenta contra la dignidad humana y en particular femenina, ese atentado contra el derecho sagrado a la maternidad y que defienda con altanería a los responsables directos de los que algunos llaman inclusive intento de genocidio o limpieza étnica, es la cabal demostración de lo que nos espera en el supuesto negado de que el Fujimorismo retorne al poder.
Sin haber aprendido ni olvidado nada, sin capacidad para renovarse ni grandeza para pedir perdón, la portaestandarte de la restauración dictatorial solo quiere llegar a la Presidencia para repetir aquella historia de dolor, crimen y lágrimas que sufrió el país durante una década.
Igual actúan sus seguidores, que, en vez de pedir indulgencias, se rasgan las vestiduras ofendidos, diciendo que solo daban facilidades a las mujeres humildes para esterilizarlas y que si hubo “excesos” no es responsabilidad de quien dirigía la operación, sino de quienes la ejecutaban, argumento similar al usado por el exdictador para librarse de la responsabilidad de los crímenes del Grupo Colina.
Más patético aún es el argumento de un exministro de Defensa que admite que la política de esterilizaciones existió y fue horrorosa, pero alega, para defender a la dictadura y a su candidata, que las mujeres no fueron esterilizadas contra su voluntad, sino “con su voluntad”; es decir sin que nadie sea responsable. REY REY INSULTA LA INTELIGENCIA.
No fueron esas las únicas madres víctimas del poder desenfrenado y corrupto. Lo fue, de alguna manera, también, la propia madre de la candidata, maltratada, humillada, torturada y drogada, por atreverse a denunciar la corrupción del mismo entorno familiar que quiere volver a ser la corte de un imperio criminal que sojuzgue al Perú; sin contar con la solidaridad de su propia hija, la actual candidata, que cuando le recuerdan esa historia tormentosa, solo dice que de los problemas de familia no habla. Como si el maltrato fuera un problema doméstico, como sostienen los golpeadores de mujeres.
Si queremos un país mínimamente decente, lo menos que podemos exigir es un gobierno decente, en manos de personas que cultiven valores y principios, en todos los terrenos y en todas las circunstancias.
FUENTE : DIARIO LA PRIMERA
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