PREGUNTAS (parte 2)
por César Hildebrandt
Semanario "Hildebrandt en sus trece" N° 20, 3 de septiembre de 2010
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Releo los párrafos anteriores y compruebo, gustoso, que no son fashion, que suenan anacrónicos, que vienen de la más amplia minoría. ¡Qué bien! ¡Cuánto me alegra! Me moriría de la pena si lo que escribo se pareciera, aunque fuese de perfil, a la "prosa" periodística moderna.
Estoy, también en esto, en mis trece. Nadie me va a convencer de que para estar a la moda tienes que renunciar a pensar, tienes que apagar tu ira, tienes que pertenecer al colectivo del optimismo de las barras bravas.
No tengo ganas de aplaudir después de oír este concierto. Es música que ya conozco y sé a dónde nos conduce.
Oigo la radio, escucho a esos periodistas convertidos en iletrados con el esfuerzo de los años, leo las miserias embrutecedoras de la prensa popular, advierto los silencios de la gran prensa, compruebo la tele y me digo: por lo menos, en cuanto a periodismo se refiere, hemos desmejorado.
Preveo, como todos, el 2011 y me imagino el dilema. ¿Será Keiko? ¿Será Castañeda? ¿No nos mereceríamos algo mejor ahora que estamos, como dice García, con la proa al primer mundo? Entonces me digo que, en cuanto a políticos y representación, tampoco somos mejores que antes.
¿Somos mejores en educación? Las cifras son rotundas y las pruebas internacionales también: no hemos subido de nivel.
¿Hemos rebajado la corrupción? Pregúntenle al doctor García. Él sabe la respuesta. También lo saben Odebrecht, Graña y Montero, Andrade Gutiérrez. No lo ignora el ministro Cornejo -ese ente recaudador-. No deja de saberlo el señor Nava. Entonces me digo: vaya, en este asunto estamos estancados. Pero me equivoco. Hoy se roba más. La sobrevaloración de 200 millones de soles de la avenida Néstor Gambetta es de índole tan criminal que si fuéramos el país de Lula ya tendríamos nuestro Collor de Melho.
El asunto no es sólo vender piedras sin moler y tener más plata. Es aspirar a la civilización, ese contrato socialmente aceptado. Es soñar con ser mejores. En el Perú actual se ha dejado de soñar. Por eso para tanta gente que viene de afuera nos parecemos a una pesadilla.
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