El Congreso no podía esperar más tiempo para protagonizar su primer papelón de la temporada y, antes del mes de instalado, se convirtió en el escenario lamentable de un hecho vergonzoso: pachamanquearse con desparpajo y de lo lindo con los gastos de instalación.
Esa asignación tiene razón para los congresistas nuevos que vienen del interior del país y que deben realizar un conjunto de gastos vinculados a su establecimiento en la capital para cumplir con el mandato derivado de su elección popular.
Pero, ¿cuál puede ser la justificación para que un congresista que ha sido reelegido cobre S/.15,600 por gastos de instalación? Peor aún: ¿con qué cara puede pasar por caja, por ese concepto, un parlamentario de Lima que ha sido reelegido?
El reglamento del Congreso los ampara debido a que constituye una disposición de mesas directivas desde hace once años –es decir, una norma decidida por los propios parlamentarios–, pero no los acompaña, sin duda, el sentido común, la decencia, la ética ni el ejemplo elemental con el que debe desempeñarse una autoridad importante como un congresista.
Dicho reglamento es un escándalo que ha debido ser modificado hace tiempo, pero, aún así, es una vergüenza ver a varios parlamentarios no solo pasando por ‘cajatambo’ por sus injustificados S/.15,600, sino –lo que es mucho más penoso– tratando de justificar lo injustificable.
En algunos casos, con una prepotencia y arrogancia que son inaceptables, como es el caso del congresista de Solidaridad Nacional Martín Belaunde Moreyra, quien ayer por la tarde dio, en una entrevista en RPP, un ejemplo patético y vergonzoso de un parlamentario con la actitud de alguien que, en vez de haber recibido una curul para servir al pueblo, cree que ha obtenido un ducado para usufructuarlo sin darle cuenta a nadie.
Belaunde Moreyra es, de paso, el presidente de la comisión de fiscalización de este Congreso, con lo cual ya sabemos lo que nos espera de este grupo de trabajo. Seguramente lo mismo que ocurrió durante su gestión como ‘Zar anticorrupción’ del gobierno de Alejandro Toledo. O sea, nada.
Él no es el único pues en esta cuchipanda han participado varios otros parlamentarios que recuerdan el juramento tristemente célebre de ‘por Dios y por la plata’.
Con congresistas como los que ya vemos que estamos teniendo, que mantienen la tradición de comechados de varios de sus colegas anteriores, lo que se requeriría es una mesa directiva que sea mucho más activa en prevenir estos asaltos al erario. La responsabilidad recae, finalmente, en el presidente del Congreso, Daniel Abugattás, quien debió tener la iniciativa para adelantarse y evitar esta vergüenza política.
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